Nixon se
reunió en secreto con Agustín Edwards el mismo día
en que ordenó a la CIA actuar contra Allende.
por Nicolás Sepúlveda/CIPER.
Dos nuevos documentos desclasificados por Estados
Unidos muestran el rol clave que jugó el dueño de El
Mercurio, Agustín Edwards, en la preparación del Golpe de
Estado. Uno de ellos revela que el entonces presidente Nixon se
reunió con Edwards en la Casa Blanca el 15 de septiembre de
1970, solo unas horas antes de que ordenara a la CIA intervenir en
Chile. El segundo documento da cuenta de una, hasta ahora, desconocida
reunión de Edwards con oficiales de la CIA en la que
informó las exigencias de militares chilenos dispuestos a
participar en el complot. Ambos registros fueron incluidos en la nueva
versión del libro “Pinochet desclasificado”, de
Peter Kornbluh, actualizado y relanzado esta semana para conmemorar los
50 años del golpe de Estado.
A las 09:15 del martes 15 de septiembre de 1970, solo 11 días
después de la elección de Salvador Allende,
Agustín Edwards ingresó al salón oval para
conversar con el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.
En la tarde de ese mismo día, el mandatario impartió las
órdenes para que la CIA comenzara a operar contra Allende. La
cita entre Nixon y el fallecido dueño de El Mercurio no
quedó registrada en la agenda oficial de la Casa Blanca, por lo
que no era conocida hasta ahora. Pero, sí apareció en la
“Agenda interna del presidente” (vea aquí ese
documento).
Este documento oficial extraído de la “agenda
interna”, recientemente desclasificado por Estados Unidos, fue
incluido en la versión actualizada del libro “Pinochet
desclasificado. Los archivos secretos de Estados Unidos sobre
Chile”. El volumen, presentado por primera vez en 2003, fue
escrito por Peter Kornbluh, director del National Security Archive, una
entidad sin fines de lucro que solicita desclasificar documentos
oficiales de Estados Unidos.
Hasta hoy, se sabía que Agustín Edwards Eastman
-fallecido en 2017- se reunió con el jefe máximo de la
CIA, Richard Helms, en septiembre de 1970, para solicitar el apoyo de
Estados Unidos a una acción militar que impidiera a Allende
asumir el gobierno. También era conocido que El Mercurio
recibió financiamiento de la CIA en la década del
‘70 y que esta agencia lo utilizó como un medio de
propaganda para desestabilizar a la Unidad Popular. Lo que no se
conocía es que Edwards se reunió en la Casa Blanca con el
entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, apenas unas horas
antes de que el mandatario impartiera sus primeras órdenes para
la intervención de la CIA en Chile.
Ahora también fue desclasificado un documento que revela que el
empresario chileno, además de reunirse con Helms, sostuvo un
encuentro con oficiales de la CIA en el que entregó
información sobre militares chilenos dispuestos a participar en
la conspiración. En esa cita, Edwards además
transmitió las exigencias que hacían estos militares para
comprometerse en el complot.
Peter Kornbluh es la persona que mejor conoce los expedientes
estadounidenses sobre Chile. Desde hace décadas los ha
sistematizado y publicado, a medida que se van desclasificando. Gracias
a ese trabajo es que se conoce en detalle la intervención del
gobierno de Nixon, y de la CIA, en contra del gobierno de la Unidad
Popular. Su trabajó se condensó en el libro que
publicó en 2003, para los 30 años del golpe de Estado, y
que ahora es relanzado por el nuevo sello “Un día en la
vida”, de editorial Catalonia, dirigido por los periodistas
Andrea Insunza y Javier Ortega. Y en esta nueva versión,
especialmente preparada para la conmemoración de los 50
años del golpe, siguen apareciendo novedades.
DESAYUNO EN LA CASA BLANCA
A las 08:00 de ese 15 de septiembre, Agustín Edwards
desayunó durante una hora en la Casa Blanca. Lo hizo junto al
entonces consejero de Seguridad Nacional, Peter Kornbluh,; el director
general de Pepsi- Cola, Don Kendall, y el fiscal general John Mitchell.
La agenda de Edwards fluía al más alto nivel para evitar
la asunción de Allende a la Presidencia de Chile. Kendall, quien
alojaba a Edwards en su casa, era amigo y uno de los principales
donantes de Nixon.
Edwards y sus anfitriones operaban con sentido de urgencia. Once
días antes, Salvador Allende había ganado por estrecho
margen las elecciones presidenciales, apoyado por una coalición
de izquierda, y debía ser ratificado en octubre por un Congreso
dividido entonces en tres tercios (derecha, DC e izquierda). El miedo
de los norteamericanos era que Chile fuera una nueva amenaza a su
control del continente en medio de la Guerra Fría. Cuba
había sido la primera campanada de alerta. Edwards tampoco
estaba dispuesto a permitirlo.
El libro de Kornbluh cuenta que la noche del lunes 14 de septiembre
Kissinger coordinó vía telefónica, con el
encargado de la agenda de Nixon, la cita entre el dueño de El
Mercurio y el presidente de Estados Unidos.
La reunión se concretó a las 09:15 del día
siguiente. Según se cuenta en el texto de Kornbluh, fue
Kissinger el que se levantó del desayuno e hizo ingresar a
Edwards, “disimuladamente”, al Salón Oval. A
más de 50 años de ese episodio, no hay detalles sobre
qué conversaron. Cuando el ministro Mario Carroza
interrogó a Edwards en 2013 como testigo en una causa que
indagó a los instigadores del golpe militar, el empresario dijo
“no recordar” su reunión con el presidente de
Estados Unidos.
Luego de recibir a Edwards en el Salón Oval, Nixon se
juntó con Kissinger, y según la agenda interna del
mandatario, poco antes de las 10:00 recibió también a
Gerhard Schröeder, dirigente de la CDU alemana quien hasta 1969
había sido ministro de Defensa de su país.
Pocas horas después, Nixon dio la orden para que la CIA
interviniera para que Allende no llegara a La Moneda y, si eso fallaba,
derrocarlo. Fue entonces cuando pronunció la frase que
pasaría a la historia: “Hagan chillar la economía
(en Chile)”. Fue el propio director de la CIA, Richard Helms,
quien contó que ese 15 de septiembre se tomó la
decisión de echar a andar la máquina contra Allende. Lo
hizo en una sesión secreta del Senado de Estados Unidos que
indagó las operaciones de la CIA en Chile. “El presidente
llamó a esta reunión (del 15 de septiembre, en que dio
órdenes de dar un golpe de Estado) debido a la presencia de
Edwards en Washington”, indicó Helms, según recoge
el libro de Peter Kornbluh.
Cuando Kissinger agendó la cita entre Edwards y Nixon,
tenía información fresca en su poder. El lunes 14 de
septiembre se había encontrado con el dueño de El
Mercurio y ese mismo día lo reunió con el director de la
CIA, Richard Helms. Transcripciones desclasificadas de las
conversaciones telefónicas de Kissinger, obtenidas por el
National Security Archive, revelan que Kissinger llamó a Helms
para decirle: “Edwards está aquí”.
De esa reunión con el jefe de la CIA quedaron huellas. Un memo
de la agencia de seguridad estadounidense, titulado
“Conversación sobre la situación política
chilena”, contiene los detalles de esa primera cita. Ese
documento fue publicado por CIPER en 2014 (vea el reportaje
“Nuevo informe de cita de Agustín Edwards con el jefe de
la CIA devela su rol clave en el Golpe”). En ese encuentro,
Edwards entregó nombres de militares chilenos que podían
apoyar una acción militar contra Salvador Allende.
También realizó un análisis sobre qué
dirigentes políticos podrían inclinarse por una
intervención militar. Sobre el entonces Presidente Eduardo Frei
Montalva dijo: “Es indeciso, siempre vacilando, siempre esperando
que ‘otro dé el primer paso’ (…),
probablemente se acobardará a último minuto”.
Esa no fue la única cita entre Edwards y directivos de la CIA.
El National Security Archive acaba de desclasificar otro informe que da
cuenta de una reunión a la que asistió el empresario
chileno el 18 de septiembre de 1970. Mientras en Chile se celebraban
las fiestas patrias, Edwards conspiraba en Estados Unidos.
Richard Nixon
LA CIA ACTIVA SU PLAN
El memo que le envió Richard Helms a Henry Kissinger con el
detalle de la primera reunión que sostuvo con Edwards el 14 de
septiembre, incluye la siguiente nota: “Se están llevando
a cabo más conversaciones y un informe más exhaustivo con
(Edwards) en este momento”. Y era cierto.
El informe desclasificado sobre esa segunda cita no detalla quien fue
la contraparte del empresario chileno. Pero a diferencia de otros
documentos de ese tipo, la mayoría de la información no
está tarjada. Ese memorándum incluye una nota:
“Este es un informe de nuestra segunda serie de discusiones con
(Edwards). La única otra copia de este informe fuera de la
Agencia ha sido enviada al Fiscal General” (vea aquí el
documento, en inglés).
“Siguiendo las conversaciones del 14 de septiembre de
1970”, así parte el informe de la CIA sobre la
reunión con Edwards del 18 de septiembre. En sus primeros
párrafos indica que el entonces dueño de El Mercurio
amplió la información sobre actores militares clave y la
disposición de estos para participar en una acción contra
Allende.
Sobre el general Camilo Valenzuela, Edwards entregó antecedentes
operativos: jefe de Plaza en Santiago, no comanda tropas, excepto que
se declare el Estado de Emergencia y, en ese caso, se transforma en el
jefe militar en toda el área metropolitana.
Cuatro días antes, el 14 de septiembre, Edwards le había
dicho a la CIA que antes de viajar había conversado
personalmente con Valenzuela, y que este le había indicado que
para evitar que Allende llegara a La Moneda haría acciones
“por su cuenta”. También transmitió
inquietudes del general Valenzuela “y algunos oficiales navales
clave”: si el gobierno chileno era derrocado,
¿recibiría el nuevo gobierno el reconocimiento de Estados
Unidos? ¿Recibirían las Fuerzas Armadas chilenas apoyo
logístico por una acción contra el gobierno?
Entre la primera y la segunda reunión de Edwards con la CIA,
Estados Unidos activó su máquina de guerra. Según
recoge el libro “La conjura, Los mil y un días del
golpe”, de la periodista y exdirectora de CIPER, Mónica
González, el 16 de septiembre de 1970 se emitió el
memorándum “Génesis del Proyecto Fulbelt”.
Ese día Richard Helms convocó a una reunión
secreta donde participaron altos jefes militares de Estados Unidos. El
presupuesto disponible fue de US$10 millones. La idea era instigar un
golpe de Estado antes de que Allende asumiera la Presidencia. El
coronel al que se le encargó la misión, Paul M. Wimert,
se contactó con dos militares chilenos: Camilo Valenzuela y
Roberto Viaux.
El 22 de octubre de 1970, dos días antes de que el Congreso
proclamara a Allende como Presidente, el plan se ejecutó: un
comando de jóvenes de ultraderecha asesinó a René
Schneider, el entonces comandante en Jefe del Ejército. Las
armas (tres ametralladoras, municiones, granadas y gas
lacrimógeno) ingresaron a Chile por valija diplomática.
Poco más de un mes antes, en su segunda reunión con la
CIA, Agustín Edwards había entregado su
apreciación sobre Roberto Viaux.
“Aunque las ambiciones y declaraciones erráticas de Viaux
han disminuido un poco su apoyo, (Edwards) cree que el fuerte atractivo
demagógico de Viaux y su influencia entre los suboficiales
probablemente compensan la infiltración de influencia
izquierdista en la estratégica Escuela de Suboficiales de
Santiago. La pregunta clave es si Viaux se conformaría con nada
más que un papel como miembro de un equipo que emprende una
acción militar cuando su fuerte predilección es
liderar”, parafrasea el informe de la reunión.
Edwards también planteó que los dos hombres claves en una
acción militar eran Viaux y Carlos Prats, entonces el segundo al
mando del Ejército. Sobre Prats, el informe de la CIA
señala lo que dijo Edwards: “Describió a Prats como
cauteloso, calculador, muy ambicioso y muy capaz. Está bien
considerado por casi todos los oficiales del ejército y posee
las cualidades de las que carecen otros oficiales para convertirse en
un punto de reunión para la acción. Sin embargo, al igual
que otros que hablan muy bien de Prats, (Edwards) parece no tener una
idea clara de las actitudes políticas de este general”.
También agregó que las relaciones entre Prats y Viaux no
eran buenas: “De particular importancia, señaló
(Edwards) es la enemistad de larga data entre Viaux y Prats”.
Considerando el crimen que ocurriría un mes después,
entre los puntos más relevantes del informe de la segunda
reunión de Edwards con la CIA se cuentan los datos sobre
Schneider que entregó el dueño de El Mercurio:
“(Edwards) dijo muy poco sobre este oficial excepto para indicar
que no creía que Schneider tomaría parte alguna en una
posible acción contra la asunción de Allende a la
Presidencia y que si fuera nombrado ministro de Defensa, como se ha
rumoreado, sería un ‘verdadero lío’”.
Luego del asesinato de Schneider no se produjo un golpe de Estado.
Aunque el plan consideraba que el mando militar en Santiago lo
asumiría el general Camilo Valenzuela, tal como había
adelantado Edwards a la CIA el 18 de septiembre, eso no sucedió.
El general Viaux contó lo ocurrido en una entrevista que recoge
el libro “La conjura”. Una vez eliminado Schneider,
debían entrar en acción el general Camilo Valenzuela, el
almirante Tirado y el general de Carabineros Vicente Huerta.
¿Por qué no lo hicieron? Responde Viaux: “Creo que
por temor. El general Valenzuela fue nombrado jefe de la Plaza con
toque de queda, él era la máxima autoridad, con todas las
fuerzas bajo su mando y con la planificación lista para actuar.
Traté de hablar con él, fue imposible”.
Sobre el general de Carabineros Vicente Huerta, Edwards también
entregó referencias positivas a la CIA: “El comandante de
carabineros, general Vicente Huerta Celis, podría contar con el
apoyo de sus tropas y probablemente también con la
mayoría de sus oficiales (…). Huerta y el general
Valenzuela se llevan bien y comparten muchas opiniones similares”.
Edwards puso el acento en el compromiso que habría tenido
Carabineros con el golpe: “Reiteró su creencia de que la
policía nacional, la fuerza uniformada más grande y
probablemente la mejor entrenada y mejor armada de Chile, ciertamente
se uniría a cualquier movimiento contra Allende. Han estado bajo
una intensa presión por parte de los izquierdistas extremos sin
que se les haya dado el visto bueno para tratar con ellos
enérgicamente”, asegura el informe.
Pero Agustín Edwards no solo llevó apreciaciones de los
generales a la CIA. También puso sobre la mesa un pliego de
peticiones de los militares que conspiraban contra Allende.
LOS MILITARES PIDEN GARANTÍAS
“(Edwards) advirtió que es poco probable que los
líderes de las Fuerzas Armadas tomen medidas sin varias
garantías claras y específicas, principalmente de los
Estados Unidos, porque temen que ellos y sus familias paguen un alto
precio si actúan y no reciben una asistencia inmediata, decisiva
y sustancial”, indica el informe de la CIA sobre la
reunión del 18 de septiembre de 1970. Y luego detalla las
exigencias expuestas por Edwards:
“Estas garantías tendrían que incluir:
a) apoyo logístico inmediato consistente en armas, municiones, transporte, equipo de comunicaciones y combustible;
b) apoyo económico inmediato y posiblemente masivo desde el exterior;
c) garantías de que no serían abandonados ni condenados
al ostracismo por los mismos poderosos críticos estadounidenses
que denuncian al gobierno militar de Grecia”.
En ese tiempo Grecia era gobernada por una junta militar, en un periodo
al que se le llamó la “dictadura de los coroneles”,
la que era fuertemente resistida por la comunidad internacional.
Edwards también transmitió que los “líderes
militares chilenos querrían fuertes garantías de apoyo
por parte de los civiles chilenos e indicaciones de los líderes
políticos de que la acción de los militares refleja las
actitudes de los civiles”. Y rechazó la posibilidad de un
respaldo militar directo de otro país: “Ningún
chileno, militar o civil, consideraría la oferta de respaldo
militar de (tarjado) como un factor motivador para actuar en contra de
la perspectiva de un gobierno marxista. Si se ofreciera, tal respaldo
podría tener exactamente el efecto contrario”.
El informe finaliza con la apreciación de Edwards sobre algunos
líderes políticos. Entonces es cuando vuelve a manifestar
sus reparos con el liderazgo del entonces Presidente Frei Montalva:
“Reiteró su creencia de que el presidente Frei no
actuará para desencadenar una acción militar para evitar
un gobierno de Allende, y dijo que sentía que el presidente
podría incluso agradecer enfrentarse al hecho consumado de un
golpe militar y sentirse aliviado de ser expulsado del
país”.
Agustín Edwards
«EDWARDS SOCAVÓ LA DEMOCRACIA»
CIPER conversó con Peter Kornbluh, el investigador del National
Security Archive que ha sistematizado la información
desclasificada en Estados Unidos sobre Chile. Además del
relanzamiento de su libro, Chilevisión está preparando
una serie documental con los secretos que guardan los archivos
estadounidenses sobre la intervención de ese país en
Chile desde antes de la elección de Allende, en 1970, y hasta
1988.
-Según su experiencia investigando la intervención de
Estados Unidos en Chile antes y durante la Unidad Popular, ¿Fue
Agustín Edwards el chileno que más pujó por una
intervención en contra del gobierno de Allende?
– Más que ningún otro chileno, militar o civil,
Agustín Edwards fue el más temprano, contundente y
efectivo proponente de la intervención de Estados Unidos para
socavar las instituciones democráticas y procesos
constitucionales de su propio país. Sólo días
después de la elección de Allende, Edwards fue el primer
chileno de alto perfil en ir a la embajada de los Estados Unidos y
exigir acciones para impedir el ingreso a La Moneda del presidente
electo. Cuando no obtuvo la respuesta que quería del embajador
de Estados Unidos, voló a Washington. Es el único
chileno, militar o civil, que se sabe que se encuentra cara a cara con
el director de la CIA, Richard Helms. Y es el único chileno,
militar o civil, que registra ahora la historia, que se reunió
en el Despacho Oval con el presidente de los Estados Unidos.
Kornbluh agrega que “los resúmenes desclasificados de sus
conversaciones con la CIA durante ese viaje, revelan que Edwards es el
informante más importante cuando la administración de
Nixon se preparaba para intervenir de manera encubierta en Chile. Y
más que un informante de alto nivel, Edwards y su cadena de
periódicos se convirtieron en activos clave en los esfuerzos de
Estados Unidos para fomentar el caos en Chile y crear un clima golpista.
“Documentos de la CIA identifican a El Mercurio como ‘un
megáfono’ para la oposición a Allende. La CIA
acreditó que su programa de propaganda encubierta y los pagos al
diario de Edwards ayudaron a “preparar el escenario para el golpe
militar del 11 de septiembre de 1973”. Después del golpe
esos pagos continuaron como un apoyo de la CIA a El Mercurio para que
este ayudara al régimen de Pinochet a consolidar su dictadura,
ocultando la represión y presentando al nuevo régimen
como una ‘luz positiva’”.
-En su libro usted cuenta que la CIA evaluaba intervenciones para
evitar que Allende asumiera el poder, ¿La actuación de
Edwards fue decisiva para que se adoptara esa postura?
– Sólo seis horas después de reunirse con Edwards,
el presidente Richard Nixon ordenó personalmente a la CIA que
«haga chillar la economía» en Chile y que bloquee la
asunción de Allende. El mismo director de la CIA
testificó después en el comité especial del Senado
(el comité Church) que él pensó que las
órdenes de Nixon se desencadenaron por la presencia de Edwards
en Washington. Claramente, la influencia de Edwards afectó en la
decisión imperial de Nixon de comprometer el poder encubierto de
Estados Unidos para alterar el futuro de Chile.
-¿Existen documentos que revelen si la relación de
Edwards con los directivos de la CIA y con el gobierno de Estados
Unidos se extendió más allá del golpe militar de
1973?
– Sí, la CIA solicitó fondos adicionales para El
Mercurio tras el golpe, para justificarlo e inclinar favorablemente a
la opinión pública chilena hacia el nuevo régimen
militar. Ese documento está citado en el libro. Los pagos
secretos continuaron hasta junio de 1974.
Fuente: https://www.ciperchile.cl/2023/08/02/nuevo-documento-desclasificado-nixon-se-reunio-en-secreto-con-agustin-edwards
-el-mismo-dia-en-que-ordeno-a-la-cia-actuar-contra-allende/